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kulmen
15 janvier 2006

MERKEL: O REALISMO?

Al obtener en las elecciones del pasado septiembre una mayoría muy escueta, Merkel se vio obligada a pactar con sus principales rivales, los socialdemócratas, y aparcar sus propuestas de corte liberal para sacar a Alemania del estancamiento y rebajar el paro, que afecta a más del 11% de la población activa.
El acuerdo de gobierno de la gran coalición, cerrado en noviembre, es una especie de hoja de ruta que marca al Gobierno alemán la política de los próximos años. Esta semana, tras una reunión ministerial de dos días en el castillo de Genshagen, cerca de Berlín, Merkel presentó en detalle su primer proyecto estrella: un plan de 25.000 millones de euros de inversiones en infraestructuras, investigación y ayudas familiares para los próximos cuatro años. Las reformas más polémicas, como la sanitaria, apenas se abordaron.
"No creo que se pueda esperar reformas grandes y rápidas. Lo máximo que puede esperarse es, en los próximos dos años, reformas como la del impuesto de sociedades o una reforma laboral", dice Gebhard Flaig, economista del instituto de análisis Ifo, que en los últimos años ha propugnado cambios radicales en el modelo económico alemán.
Flaig, sin embargo, se resiste al pesimismo. "Hay que dar un poco de tiempo al nuevo Gobierno. Al final de este año se decidirá de verdad. Pero, sin duda, existe el peligro de que se ralentice el ritmo de las reformas", afirma.
Merkel, a pesar de haberse visto obligada a renunciar a sus propuestas originales, goza de un crédito que pocos cancilleres han tenido. Los actores económicos - industriales, economistas, sindicatos...- suelen ser alérgicos a la incertidumbre. Y la política de los pequeños pasos de la canciller ofrece confianza tras los últimos años del Gobierno Schröder, en los que imperó una cacofonía que creó inseguridad.
Pragmática, Merkel se ha mostrado abierta a apoyar el establecimiento de un salario mínimo, una propuesta propia de la izquierda a la que los democristianos hasta ahora se han opuesto. El plan de inversiones públicas también es una medida típicamente socialdemócrata.
No es raro que los aplausos hayan llegado más desde posiciones keynesianas, partidarias de estimular las inversiones, que liberales, más inclinadas a recortar el gasto. "Los primeros pasos han sido afortunados - dice el economista Gustav Horn, de la Fundación Hans Böckler, próxima a los sindicatos- . Me parece particularmente acertada la idea de estimular primero la economía y luego consolidar el presupuesto".

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